Insomnio [Dino Rey/ One-shot]

Se tapó la cabeza con la almohada, en un vano intento para dormirse. Giró sobre si mismo, dejando la almohada caer al piso. Miró al techo. Uno, dos, tres, cuatro, cinco stickers fosforescentes adheridos a este. Miró a la derecha. Su cuarto de verdad necesitaba ser ordenado. Miró por la ventana. Siete estrellas en formación.
- ¡¡Ah, demonios!!- rugió destapándose. Gabo saltó de la cama.
-¿Max?- lo llamó una vocecita adormilada desde la puerta.
-¿Rex? ¿Qué haces aquí?
- No podía dormir, y escuché tu grito.- el castaño soltó una risita nerviosa.
-Para no haber podido dormir, te ves con sueño- Rex no contestó enseguida. Se sentó en el filo de la cama, con Max a su lado.
-Extraño a mi papá- confesó avergonzado en un hilo de voz. Lo mechones rubios tapaban sus ojos.
Max se enterneció ante la imagen que tenía enfrente. Lo abrazó por los hombros, en un intento de reconfortarlo. El rubio se dejó abrazar, recostando su cabeza en el pecho contrario. Leves sollozos comenzaron a sacudir su cuerpo.
- Tengo frío... tengo frío, Max- el castaño no supo como consolarlo. Se limitó a abrazarlo con más fuerza, intentando darle de su calor. Rex se aferró al piyama de su amigo, sofocando sus lágrimas.
Nunca supieron cuanto tiempo estuvieron así. La noche no tiene tiempo, es eterna, vacía y oscura.
Rex odiaba no poder dormir. La noche no era su amiga. Todo lo que durante el día podía retener, a la noche le era imposible.
Luego de un rato consiguió dejar de llorar, pero no se apartó del otro. Max tampoco.
-Está bien que lo extrañes...- empezó, sorprendido de escuchar su propia voz y sin saber muy bien que decir- Yo también lo haría. Hace mucho tiempo que no tienes ninguna clase de contacto con él.- Rex le dio una sonrisa de agradecimiento, dispuesto a irse para dejar a su amigo dormir.
Fue el propio Max quien lo retuvo.
- Si yo te dijera que me gustas, ¿Sería bueno o malo?- le preguntó el dueño de la habitación. Su cara se encontraba inusualmente seria.
El rubio lo miró intentando descubrir que era lo que tramaba, pero le fue imposible. Nunca sería capaz de descifrar lo que pasaba por esa cabeza castaña.
-Bueno.- se decidió a contestar. Una brillante sonrisa iluminó las facciones morenas.
Con suavidad sentó al rubio en su regazo y besó los labios de porcelana con dulzura. Apenas un segundo.
Rex sonrió y volvió a cazar los labios ajenos.
Ambos esa noche durmieron abrazados, sin saber que Morfeo y Cupido habían planeado todo aquello.