El Fresno [Sasunaru/ One-shot]

EL FRESNO

Me encontraba ahí, solo.
Escuchaba las hojas moverse con el viento… y los pasos de alguien acercándose.

Un niño de apenas siete años, con el pelo azabache brillante y vestido con elegancia antigua, se encontraba sentado en una escalera ancha, hecha de piedra.
No veía nada. Sólo escuchaba a dos personas hablando.
- Así que él es el hijo de Fugaku Uchiha
- ¿No es algo chico para tomarlo de rehén?
- No tenemos elección. Es cuestión de vida o muerte. En cuanto lleguemos a un acuerdo, lo llevaremos con su padre sano y salvo.

Cuando el perfume de mayo se había vuelto intenso… los enemigos de mi padre me raptaron.

- Deben ser tipos desalmados. Encima le hicieron perder la vista. No entiendo porqué tanta crueldad…

Sin embargo…

- Sasuke, me dijeron que todavía no comiste nada, ¿Es cierto?- un chico alto, de diecisiete años, rubio y con grandes ojos azul cielo se encontraba cerca de él, aunque él no pudiera verlo.
- No desayunó ni almorzó- respondió la señora encargada de cuidarlo.
- No… no hagas eso, sos chico todavía, tenés que crecer. Decime la verdad, tenés hambre, ¿No?- el niño no le respondió- Bueh…- bufó ante el carácter taciturno del otro- En fin… ya veré qué hacer para que comas- dijo alzándolo. Sasuke no supo durante cuánto lo tuvo en sus brazos, pero cuando llegaron al lugar que el chico deseaba, él ya estaba medio amodorrado. Lo bajó con cuidado y una sonrisa, que el más pequeño no podía ver.
- Éste es mi jardín secreto- dijo, empezando a hablar de nuevo- Acá nos podemos divertir sin que nos moleste nadie, ¡Vas a ver que te va a agarrar hambre! Por más que no puedas ver, te podes orientar tanteando las baldosas… eh… esperá un segundo- añadió mirando las mangas de su compañero, demasiado largas. Sonrió zorrunamente, y con dos ganchos para la ropa, sujetó las mangas del niño- Hum… se nota que venís de una familia noble… tenés un aire muy distinguido para un niño de siete años. Además, no llorás por nada. Aunque no puedas ver y estés rodeada de desconocidos… si estuviera en tu lugar, me moriría de miedo.

Para ser sincero, todavía le tenía miedo.

Pero…

- Te pido perdón, no deberíamos haberte metido en el medio de nuestros problemas de adultos- se disculpó agachándose para quedar a su altura y palpándole la cabeza- Pero no te preocupes. Dentro de poco vas a estar con tu papá, te lo prometo, así que no hagas más ayuno, ¿Sí?

… ya lo sabía… por eso… no tenía otra cosa para hacer más que esperar.

- ¿Y? ¿Tenés hambre ahora?- preguntó su acompañante. Comieron ambos con ganas, y el chico rubio no lo dejó escuchar el silencio. Igual no le importaba. Le gustaba su voz.

- ¿No te gusta la lluvia?- preguntó cuando ya terminaron de comer, y estaban paseando por el jardín. Había empezado a llover- A mí sí. Me da la sensación de que todo se vuelve más nítido… hasta mi corazón… ¿No te parece, Sasuke? El agua cae siempre desde arriba. Limpia el mundo, y yo espero que se lleve todo- el menor volteó su carita curiosa hacia él, aunque no podía verlo- El año que viene van a crecer de nuevo las flores que se llevó la lluvia, como un renacimiento.
- Los hombres también…- empezó a hablar, por primera vez desde que llego a ese lugar- … ¿Pueden renacer como flores?
- ¿Querés decir si reencarnan? Bueno… creo que esta vez termino en el infierno… o tal vez, quizás, ya reencarné… de ser así, en la vida anterior debo haber sido mucho mejor persona que ahora…

Por más que no crea en la reencarnación ni en la resurrección…

- Aunque… si pudiera elegir, en mi próxima vida… me gustaría ser un árbol. Un árbol que vive en la tranquilidad absoluta, respirando aire y bebiendo agua de rocío. De esa forma no estaría obligado a hacer cosas que no quiero. Y nadie me arrastraría a ningún lado. Creo que sería un buen árbol.
- A vos te gusta mucho charlar, veo… si fueras un árbol, seguro te aburrirías mucho…
- En eso tenés razón. Entonces me vendrías a ver, así podríamos charlar un rato, ¿Qué te parece?
- A mí no me gusta tanto hablar…
- Dale, por favor, prometé que lo vas a hacer por mí

Nosotros… no nos vamos a ver más, porque…en la próxima vida, voy a ser aire.

- ¿Cómo es que te dieron ganas de salir tan tarde? Ya es muy de noche…- preguntaba el chico rubio. Sasuke lo había despertado para salir a dar un paseo, y él no se lo negó, a pesar de que era muy tarde- Los nenes buenos se acuestan temprano… ¡Ah! A propósito, tengo una buena noticia. Te la iba a dar mañana… Llegamos a un acuerdo con tu papá, vas a poder volver a casa dentro de poco- el niño no le respondió, sino que dirigió su mirada al frente- ¿Y? ¿Estás contento? … no debe haber sido fácil para vos estar acá sin poder ver.
- No importa.
- ¿Qué no importa? ¿Aunque no pudiste ver mi linda carita?- rió.

En la vida hay momentos hermosos…no hace falta ni ver ni tocar para sentirlos. Existen momentos maravillosos de verdad…

Sin embargo…

- El viento está raro. Tengo un mal presentimiento. Sasuke, espérame acá un momento. Me fijo y vuelvo- se levantó para irse, pero el niño lo sujetó de la mano- ¿Qué pasa? ¿Te da miedo quedarte solo? ¿Preferís venir conmigo?
- No… quédate acá.
- Sasu…- en ese momento, se oyó una fuerte explosión proveniente del edificio. Se empezaron a escuchar gritos, y el comienzo de una lucha. Volteó a ver al niño, que tenía la mirada gacha, ocultándose tras su pelo- Vos ya lo sabías… ¿Por eso me hiciste salir?- su voz comenzó a sonar alterada- ¡¿Cómo puede ser?! … ¿Podés ver el futuro?- no le contestó- decime… yo… me voy a morir, ¿Verdad- el niño lo miró sin ver, con los ojos llenos de lágrimas, aún sujetando fuertemente su mano. El chico rubio sonrió, y le revolvió el pelo- Los nenes buenos no lloran.

Yo no era bueno para nada.

Sabía desde el principio cómo iba a terminar. Sabía qué era capaz de hacer mi padre para recuperarme y que su orgullo no quedara dañado. Iba a terminar así, era obvio. Cualquiera lo hubiera podido imaginar.

No entendía porqué decidió ir, a pesar de saber que iba a morir.

Creo que no pude escuchar nada más esa noche. No entendía porqué estaban en guerra. Me hubiera gustado acurrucarme, debajo de un fresno.

… yo… nunca supe cómo se llamaba ese chico de buen corazón.

- ¡Ahí está, lo encontramos! ¡Señorito, ¿Está bien?!

Nunca vi su cara ni su pelo… ni sus ojos… sólo vi ese deseo, así que cuando llegué a mi casa, lo primero que hice fue ir al jardín, y plantar un fresno en él.