Traición [Dino Rey/ One-shot]

Traición. Esa palabra dura y mal vista. No estaba bien hacerlo. Las personas que confían en ti esperan que les des motivos para seguir confiándote sus secretos.
Eso era lo que ellos dos hacían. Traicionar la confianza de aquellos que los querían. Seguramente, el principal afectado era Spike Taylor. Una persona que, seguramente, no merecía aquella traición. Pero ambos no lo veían así.
Porque Spike había nacido antes, porque la había conocido antes, se la había llevado y la había atado. Ahora la mujer tenía una familia que cuidar.
Y Rex estaba consiente de ello. Aki era la madre de su mejor amigo, y la esposa del doctor que lo dejó quedarse en su casa, pero no podía evitarlo.
En sus encuentros a escondidas, ellos podían mostrar aquello que no estaba permitido. Traicionaban la confianza, traicionaban los sentimientos de la familia. Pero estaba bien. Los labios ajenos tenían ese sabor prohibido que ellos amaban. La manzana de Eva, la serpiente que la tentó a comerla. Eso era lo que mejor los identificaba. La manzana estaba prohibida, pero la tentación de no poder comerla fue lo que hizo que Eva cayera en las garras de la traidora serpiente.
Seguramente ellos también serían expulsados del Jardín Del Edén, pero mientras estuvieran juntos, nada más importaba.
En público disimulaban, con caricias que parecían ser fraternales y miradas indiscretas. La gente debía creer que Rex quería a Aki como una madre, la que nunca tuvo, y Aki quería a Rex como un hijo, ya que su buen corazón la impulsaba a cuidar de ese chico serio y triste.
Pero ambos, a escondidas, se mostraban todo el amor que contenían. Apasionados besos y abrazos cálidos. Pero no pasaban de ello. La ingenuidad de Aki y la inocencia de Rex eran una dulce barrera para ello. Les bastaba con saborear los labios de cereza de cada uno.
Se querían. Y la traición que cometían, en ese momento era la última de sus preocupaciones. Fingir que Rex tenía pesadillas que lo asustaban tanto hasta el punto de no poder dormir, y Aki lo “ayudara” quedándose con él, era mucho más importante.
No les preocupaba que los descubrieran. No les importaba que Aki ya casi rayara los cuarenta, y que Rex apenas tuviera doce. Se querían. Se amaban. Nada más tenía importancia.
¿Y qué si no les permitían el paso al Jardín Del Edén? Seguramente Adán y Eva pensaron lo mismo. Donde estuvieran juntos, era su propio Paraíso.
Después de todo, incluso Lilith se había ido. El Edén no debía ser tan bueno.

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Lilith es la primera esposa de Adán. Adán la trataba como se trataba a las mujeres en la antigüedad: Como a un objeto. Pero Lilith tenía un carácter rudo, y se fue del Edén dejando a Adán solo. Éste después le pidió a Dios, por su soledad, que le diera otra esposa, pero menos independiente: Esta fue Eva.