Howard, de nuevo [One-shot]

Howard, de nuevo.

No estaban hablando acerca de él.
Por supuesto que no. Howard se apoyó en la pared del pequeño barco al que llamaban “Orión”. No estaba espiando- al menos, se decía a si mismo que no. Era solo que a veces sentía que necesitaba moverse alrededor del cuarto, y cuando pasaba por la puerta, retazos de la conversación llegaban hasta él. No podia evitar escucharlas, eso era todo.
" – entonces nadie descubrió de quién era el traje de baño- un montón de gente se reía, y algunos estaban buscando a quien lo perdió…"
"¡Oh, no! ¿Y alguien descubrió de quién era?”
"Bueno, no, pero solo porque mientras todos estaban ocupados hablando acerca de eso, el que lo perdió se acercó y lo agarró sin que lo notaran, ¿Qué suerte tuvo, eh?”
"Suena vergonzoso."
"¡Seguro que lo fue! Pero nadie supo quién era, al menos"
No era como si estuvieran hablando acerca de algo interesante. Un libro u otro que Sharla había leído en primaria. Nadie hablaba acerca de la arena que los rodeaba, a menos que fuera Bell o Kaoru, pero lo decían en susurros, para no molestar al resto. Nadie hablaba acerca de Howard, porque eso habría estado mal. Habría significado ser como alguien que habla de los demás a sus espaldas. Ser como Howard.
Howard paró enfrente de la escotilla, mirando a la masa de arena volando con frustración. De alguna forma, siempre hacía todo mal. De alguna forma, siempre lo arruinaba. De alguna forma, cada vez que abría la boca, parecía que todo lo que recibiría eran esas miradas- esas que decían “¿De nuevo? ¿No podrías decir algo útil?”
“¿Howard, de nuevo? ¿Nunca se cansa de molestar?”
¿Por qué era solo él? ¿Qué sabían ellos que él no? ¿Qué formula secreta usaban para ser héroes, para lucir fuertes, valientes y preocupados sin importar la situación? No podia entenderlo. No importaba lo que dijera, qué decidía hacer, cómo decidía actuar – cuando se trataba de eso, no podía hacerlo.
Se alejó de la ventana, dirigiéndose – casualmeten, solo casualmente – a la dirección de la puerta
" – me pregunto que clase de ciudades tendrá este planeta." Luna sonaba curiosa. A ella le gustaría dar una hojeada al lugar si tuvieran tiempo y si no causaría ningún daño. Puede ser algo útil – puede ser una forma de tener las mentes de todos ocupadas así no pensarían en el peligro. Luna pensaba en cosas como esas.
"Quizá eran hermoso y enormes edificios, con torres y almenas."La voz de Sharla era soñadora "Con jardines alrededor y enredaderas subiendo por las paredes. Como los castillos en los cuentos de hadas"
¿Jardines, cuando el clima era de desierto? ¿Qué tan realista era eso? Howard sintió una sonrisa despreciativa formándose en sus labios, sin el perrmiso consiente de su dueño. ¿No era algo malo, verdad? No era como si pensara mal de Sharla. ¿Quien podría pensar mal de ella, que no comía ni bebía para que el resto tuviera más? él quería ser como Sharla – Feliz con lo que tiene, sacando el mejor partido posible de cualquier situación en la que se encontrara, inmolándose, preocupándose…
¿Quién podia ser así? ¿Quién podia ser, realmente, así? El rubio apretó sus dientes y se alejó, sintiendo la frustración crecer a medida que escuchaba la conversación. ¿Como puedes renunciar a tu comida cuando estás hambriento? Las cosas tendrían que ser extremas, y él no podía evitar preguntarse si los otro lo sentían. Si los otros sentían el miedo, el hambre, la sed, la debilidad... de cuando llegas a tus límites y eres forzado a entrar nuevamente en acción.
¿Habría él nacido para ser detestado? ¿Era una cualidad heredada? ¿Cómo alguien podría querer a alguien así?
“Volvamos juntos a la colonia”
Le tenían lástima. Obviamente, eso era. Él quería su compasión al mismo tiempo que la detestaba.
Todos lo hacían – todos lo miraban desde arriba, rindiéndose ante lo que ellos pensaban era su forma de ser mientras no causara problemas, aceptándolo porque porque era un amigo, e ignorarlo no era bueno. Howard volvió a apoyarse en la pared, sintiendo sus dedos curvarse como si no estuvieran seguros de cerrarse en un puño o colgar inhertes a ambos lados del cuerpo. Su piel se sentía pegajosa.
Ellos tenían su amistad. No había ninguna duda respecto a eso. ¿Era mucho pedir que lo admiraran en alguna forma? Cada uno de ellos tenía algo que él quería para si mismo, solo por la seguridad que le darían. Pero cada vez que pensaba en eso entendía que no podía cambiar. Él era como era, y no podría cambiar.
“Es solo Howard, de nuevo. No se preocupen”
"Seré rápido. Discúlpenme," avisó Kaoru de repente, abriendo la puerta. Los oscuros ojos marrones vagaron sobre Howard, notaron su presencia, y siguieron su rumbo sin interés. Cruzó el cuarto sin pausa que denotara que la presencia de la otra persona en el cuarto lo afectaba en alguna manera.
Kaoru. Howard cruzó nuevamente el cuarto – casualmente, por supuesto – para ver fuera de la ventana de nuevo con una mirada de estudiada indiferencia. De todo el grupo, era Kaoru con quién se sentía más cómodo – Kaoru era también a quien quería impresionar, y eso era algo irónico, considerando cuánto lo había odiado antes de haberse perdido en ese planeta. O quizá no – quizá el tener esa desesperada necesidad de que todos lo adoraron o lo temieran, y el hecho de que Kaoru siempre fue el clavo que sobresalía – una única, brillante excepción que se negaba a cumplir sus caprichos, se negaba a reconocer su superioridad en cualquier forma o tamaño- fue lo que hizo que no viera lo que ahora sí podía ver.
Kaoru era competente; valiente hasta el punto de la imprudencia, capaz poner su vida en peligro como si no significara nada. Nunca se quejaba ni decía nada innecesario. Hacía todas las cosas que Howard consideraba imposibles – las cosas en las que el rubio fallaba, y debía ver en silencio como Kaoru las cumplía con aparente facilidad. Para Kaoru no era nada grandioso arriesgar su vida por la de otro. No era nada para él estar cansado o hambriento; él seguiría avanzando, como si sus dolores no fueran nada, como si ni siquiera los sintiera.
Howard lo admiraba; quería odiarlo, pero en vez de eso lo admiraba. Kaoru, quién siempre fue en contra de lo que le decían. Kaoru, quién sabía exactamente que hacer y que decir en cada situación. Kaoru, quién nunca se veía débil, incluso cuando fallaba en algo. Kaoru, cuya mirada era impenetrable cuando se dignaba a dirigirla en dirección a Howard. Como si lo conociera. Como si percibiera cada minúscula sensación que lo recorría. Como si pudiera ver a través de él, como si pudiera ver lo que pensaba y más allá. Como si hubiera alguna forma de que un héroe como él pudiera saber lo que era recordar su propia inutilidad siempre que se compara a la persona junto a él.
¿Qué podría saber él acerca de mí?
Kaoru volvió a entrar al cuarto - Howard escuchó sus pisadas, pero no lo miró, concentrándose en mirar la arena que revoloteaba al otro lado de la ventana. Las pisadas no cambiaron el ritmo; no sintió ninguna mirada clavarse en él, y completo, indiferente silencio siguió al otro chico a través del cuarto hasta que pasó de nuevo por la puerta.
No me miró. Por supuesto que Kaoru no iba a mirarlo- ninguno de ellos lo haría. ¿A quién le importaba si Howard se quejaba? Después de todo, él siempre lo hacía. ¿A quién le importaba lo que él hiciera, siempre que no se metieran en problemas o descansando cuando se supone debería estar trabajando?
“Howard, de nuevo. Eso es todo”
¡No era justo! Howard se dirigió de nuevo a la ventana, cruzando los brazos y descansando sus codos contra el frío metal. ¿Es que los otros no lo sentían? El miedo… lo asaltaba todo el tiempo – Invadía su mente, borraba cualquier otro pensamiento. No podia recorder el orgullo o la vergüenza en esos momentos; se olvidaba de lucir como un héroe o un cobarde. El no podia ser como ellos, no podia evitar sentir el hambre, el miedo y el cansancio. No podia soportar estar sucio, no le gustaba sentirse incómodo, sentía la necesidad de peinarse cuando podía porque si se veía bien, al menos no sentía tanto menosprecio por él mismo.
"Volvamos juntos a la colonia."
La pariencia no iba a ayudarlo con eso.
Él no creía, estaban seguro, cuál era ese secreto que hacía a una buena persona. Pero él siempre iba a ser solo Howard, Y Howard nunca iba a estar en el mismo nivel que los otros en ese sentido
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No fue sino hasta que he estuvo colgando desesperadamente en el costado de la nave con una temblorosa Sharla aferrada a su cuello que la respuesta apareció en algún lugar de su inconsiente- no se da´ria cuenta hasta mucho después, pero fue en ese momento que apareció.
Howard, de nuevo. Era todo en lo que alguna vez pensó.
Cuando lo que tenía que hacer para quitarse el miedo era tener alguien a quién proteger y por quién poder dar la vida.